"El Viaje Mágico" es el título de este show que trajeron a Buenos Aires. Yo me colé, porque Ale y Gabi lo invitaron a Fede para regalo de cumpleaños. No, aún no cumple, pero el show no lo van a estar dando para el 31 de julio. Y yo me fui con ellos. Claro que no podía ocupar asiento, así que estuve a upa de Gabi todo el show. Lo habré dejado a la miseria, seguro que al otro día le dolió la espalda toda la jornada laboral. Que se la banque, para eso es tío. Bueno, al relato.
EL viaje comenzó mágico, porque nos fuimos en el prum prum o tutú de Gabi. Nos sentaron a atrás a los dos. Un buen somnífero para niños es el tránsito de Buenos Aires y la forma de manejar del tío. Tío, por fa, dale más velocidad a la cosa, manejás como un viejo sin anteojos. La cosa que nos planchamos con el Fede. Pero nos vino bien, una siestita para estar pilas para el show.
Llegamos al Luna Park, en Corrientes al fondo. ¡Qué tentación! Te venden de todo, la espada, los collares, la no se qué, todo con lucecitas y barato. Ellos dicen que barato. No compramos nada. Llegamos hasta nuestros asientos, bueno el de ellos, de Fede, de Ale y de Gabi (recuerden que yo estuve a upa). Ah, primero hice pis. Gabi me llevó y eso que le dije que no quería. Pero le di el gusto de hacer un poco, así se quedó contento con su nueva técnica antiderrame.
Al llegar a los asientos, más ofertas. Pancho, coca, papas fritas. Todo a cuatro mangos. Una familia tipo gasta 32 pesitos en un pancho y una coca para cada uno. Supongamos que se lo come en 16 minutos (entre que se los preparan, se los dan, se le pone la mostaza, se cae un poco de coca en la ropa del nene más pequeño, la madre lo limpia mientras se le cae un poco de su coca encima del padre, que para evitar mancharse hace equilibrio entre su pancho y su coca, y un poco de mostaza de su pancho le cae encima del mayorcito, que ya se comió todo y está desesperado para verlo al Mickey); así vamos a un promedio de dos pesitos por minuto. Pero nosotros no, austeros. La Ale llevó una botella de agua y mi mamá nos mandó unos cereales. Así que un solo pancho para Fede, un promedio de 0,25 el minuto, como una llamada telefónica por teléfono público, un verdero desuso en estos tiempos de comunicaciones virtuales.
El show una masa, de 10, joya, jam´n del medio, super, copado, genial. Bueno esa es la visión de los niños. Gabi miraba a las bailarinas y a Ale a los bailarines, sus cuerpos trabajados, esbeltos. Igual estábamos medio alejados por lo que eso se imaginaron, principalmente Gabi.
Yo estuve re atento al show, aplaudía, bailaba y miraba todo. Cuando tocaban los bombos yo hacía como que tocaba también. Es que a mi viejo le gusta la percusión. Hace tiempo que no toca, pero le gusta. Es más, tengo una foto tocando con él. Le voy a decir al tío que me ayude a subirla a este blog.
La cosa que la pasamos muy bien. Al regreso no nos dormimos, y eso que el tío manejaba con un viejo sin anteojos y encima cansado con dolor de espalda. Así que la Ale se pasó al asiento de atrás para contenernos. Los tíos son buenos tíos (HEY GABI YO NO DIJE ESO -aunque lo pienso-).
EL viaje comenzó mágico, porque nos fuimos en el prum prum o tutú de Gabi. Nos sentaron a atrás a los dos. Un buen somnífero para niños es el tránsito de Buenos Aires y la forma de manejar del tío. Tío, por fa, dale más velocidad a la cosa, manejás como un viejo sin anteojos. La cosa que nos planchamos con el Fede. Pero nos vino bien, una siestita para estar pilas para el show.
Llegamos al Luna Park, en Corrientes al fondo. ¡Qué tentación! Te venden de todo, la espada, los collares, la no se qué, todo con lucecitas y barato. Ellos dicen que barato. No compramos nada. Llegamos hasta nuestros asientos, bueno el de ellos, de Fede, de Ale y de Gabi (recuerden que yo estuve a upa). Ah, primero hice pis. Gabi me llevó y eso que le dije que no quería. Pero le di el gusto de hacer un poco, así se quedó contento con su nueva técnica antiderrame.
Al llegar a los asientos, más ofertas. Pancho, coca, papas fritas. Todo a cuatro mangos. Una familia tipo gasta 32 pesitos en un pancho y una coca para cada uno. Supongamos que se lo come en 16 minutos (entre que se los preparan, se los dan, se le pone la mostaza, se cae un poco de coca en la ropa del nene más pequeño, la madre lo limpia mientras se le cae un poco de su coca encima del padre, que para evitar mancharse hace equilibrio entre su pancho y su coca, y un poco de mostaza de su pancho le cae encima del mayorcito, que ya se comió todo y está desesperado para verlo al Mickey); así vamos a un promedio de dos pesitos por minuto. Pero nosotros no, austeros. La Ale llevó una botella de agua y mi mamá nos mandó unos cereales. Así que un solo pancho para Fede, un promedio de 0,25 el minuto, como una llamada telefónica por teléfono público, un verdero desuso en estos tiempos de comunicaciones virtuales.
El show una masa, de 10, joya, jam´n del medio, super, copado, genial. Bueno esa es la visión de los niños. Gabi miraba a las bailarinas y a Ale a los bailarines, sus cuerpos trabajados, esbeltos. Igual estábamos medio alejados por lo que eso se imaginaron, principalmente Gabi.
Yo estuve re atento al show, aplaudía, bailaba y miraba todo. Cuando tocaban los bombos yo hacía como que tocaba también. Es que a mi viejo le gusta la percusión. Hace tiempo que no toca, pero le gusta. Es más, tengo una foto tocando con él. Le voy a decir al tío que me ayude a subirla a este blog.
La cosa que la pasamos muy bien. Al regreso no nos dormimos, y eso que el tío manejaba con un viejo sin anteojos y encima cansado con dolor de espalda. Así que la Ale se pasó al asiento de atrás para contenernos. Los tíos son buenos tíos (HEY GABI YO NO DIJE ESO -aunque lo pienso-).